Historia de los metodos cuantitativos

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Historia de los metodos cuantitativos

 El inicio formal de la Investigación Operativa tuvo lugar en Inglaterra a finales de 1939, cuando la estación de investigación de Bawdsey, bajo la dirección de A. Rowe, fue encargada del desarrollo de políticas óptimas para el nuevo sistema de detección militar llamado radar. Poco después, se presentó un estudio de las fases de las operaciones nocturnas en lo que sería un modelo para los estudios posteriores del mismo tipo.

Poco después, debido a las extremas necesidades de personal que se plantearon durante la guerra y a la complejidad de los nuevos sistemas de defensa y ataque que se introdujeron, pareció indicado el empleo de científicos en el estudio global de los problemas planteados. La finalidad era conseguir la máxima eficiencia posible. Así, en Agosto de 1940, el físico P.M.S. Blackett de la Universidad de Manchester fue responsabilizado de formar un grupo de trabajo para estudiar el sistema de defensa antiaérea gobernado por radar. Este grupo, estaba constituido por tres psicólogos, dos físicos matemáticos, un astrofísico, un oficial del ejército, un topógrafo, un físico y dos matemáticos. Fue jocosamente denominado el «circo de Blackett», siendo generalmente admitido que en él se daban todas las características de los grupos que trabajan en Investigación Operativa:

Grupo de trabajo interdisciplinar

Empleo de modelos matemáticos

Punto de vista de análisis de sistemas

Uno de los primeros esfuerzos de este grupo fue dirigido al estudio del ataque aéreo a los submarinos. Las bombas estaban programadas para estallar a una profundidad de unos treinta metros, pues se argumentaba que al divisar el submarino al bombardero se sumergiría; y dado que desde el instante en que fuera localizado el bombardero hasta el del lanzamiento de la bomba, transcurrirían aproximadamente dos minutos, unos treinta metros era, aproximadamente, la profundidad alcanzada por el submarino en su precipitada inmersión. Pero aunque el razonamiento era válido, los resultados obtenidos con esta política eran muy limitados. Cuando el grupo de Blackett fue encargado del estudio, su primera decisión consistió en la observación directa de la situación, encaramándose en los bombarderos en sus misiones de ataque a submarinos. Tras un elevado número de observaciones llegaron a la conclusión, con el análisis de los datos de los ataques, de que se producían las siguientes circunstancias:

a) Debido a la falta de precisión del bombardeo, muy pocas de las bombas explotaban cerca de su objetivo, a treinta metros de profundidad.

b) La precisión aumentaba cuando el submarino no había tenido tiempo de sumergirse, pero en ese caso las bombas estallaban a demasiada profundidad y no producían grandes daños.

En definitiva, la profundidad de treinta metros era adecuada cuando el submarino divisaba con antelación al bombardero, pero la falta de precisión impedía obtener resultados. Y cuando la precisión era buena, la profundidad a que estaba programada la explosión era inadecuada, pues esto sólo ocurría cuando el submarino se mantenía cercano a la superficie.

A la vista de los datos estadísticos sobre la precisión del bombardeo y la inmersión de los submarinos, se llegó a la conclusión de que la alternativa más adecuada era optar por causar daños cuando el submarino estuviera en la superficie. Así se hizo y los resultados mejoraron espectacularmente. En este trabajo ya estaban incluidos los aspectos que caracterizan a los estudios de Investigación Operativa:

1. Toma directa de datos.

2. Empleo de modelos matemáticos para el análisis de la situación, que en este caso era simplemente estadístico.

3. Obtención de las políticas óptimas que corresponden al modelo.

4. Modificación de dichas políticas de acuerdo con factores reales no considerados en el modelo: en este caso se emplearon espoletas que explotaban a diez metros de profundidad, pues no se disponía de otras que lo hiciesen más cerca de la superficie. Un resultado del estudio fue iniciar su fabricación.

Como consecuencia de los resultados obtenidos, por éste y otros estudios sobre problemas de índole militar, el Almirantazgo Británico creó el grupo funcional «Naval Operational Research». El punto de vista empleado para el análisis de los problemas por este grupo, y los que inmediatamente le siguieron, fue denominado Operational Research. Dicha acepción fue modificada en Estados Unidos por Operations Research. Según narran autores ingleses, como Sir Robert Watson-Watt, fue a sugerencia suya el que los norteamericanos introdujeran también grupos de científicos para el estudio de operaciones militares tras el inicio de su participación en la guerra. Para el mes de abril de 1942, las Fuerzas Aéreas, el Ejército y la Marina poseían grupos funcionales conocidos como Operations Analysis, Operations Research y Operations Evaluations, respectivamente. El último de estos grupos era dirigido por Philp M. Morse [MOS55], del Massachusetts Institute of Technology, que años más tarde sería el primer presidente de la sociedad norteamericana de Investigación Operativa (O.R.S.A.) y uno de sus principales difusores.

Durante la guerra, otros países aliados como Canadá y Francia, también introdujeron grupos de Investigación Operativa en sus respectivos ejércitos. Al finalizar la guerra, las circunstancias en Gran Bretaña y Estados Unidos fueron distintas para estos grupos. En Estados Unidos, los fondos para la investigación en el campo militar se incrementaron, por lo que la mayoría de los grupos se consolidaron, aumentando su número y tamaño. Debido a ello, la industria y la administración norteamericanas permanecieron indiferentes a la Investigación Operativa durante el resto de la década. Uno de los primeros establecimientos de investigación, dependiente del ejército del aire y que tuvo gran influencia en el posterior desarrollo de esta disciplina, fue la RAND Corporation fundada por Donald Douglas en 1946. En la primera conferencia sobre la Investigación Operativa en la Industria, que tuvo lugar en el Case Institute of Technology de Cleveland en 1951, fue casi imposible encontrar aplicaciones industriales de carácter no militar. Quizás las causas de este lento desarrollo en Estados Unidos, sea necesario buscarlas en la situación de la Organización Industrial tradicional, que estaba plenamente establecida, difundida y reputada. La Investigación Operativa se percibía como un dudoso competidor de aquélla, a lo que hay que añadir el celoso secreto con el que se mantenían las limitadas experiencias que se llevaban a cabo.

En cambio, en Gran Bretaña, los componentes de los grupos que se habían desarrollado en el medio militar pasaron a la sociedad civil. Los nuevos problemas que se le plantearon a la nueva administración laborista inglesa, con la nacionalización de importantes sectores de su economía y la reconstrucción de gran parte de sus instalaciones industriales, estimularon la implantación de la Investigación Operativa. Sir Charles Ellis, responsable durante la guerra del grupo de Investigación Operativa del Ejército, fue nombrado asesor científico en el Comité del Carbón, creando un grupo de Investigación Operativa. Análogas circunstancias se dieron en los sectores nacionalizados de la electricidad y el transporte. En el sector privado, la industria inglesa mantiene instituciones cooperativas de investigación, por lo que la difusión de nuevos métodos está menos mediatizada por el secreto industrial. Quizás debido a ello, casi inmediatamente la industria del acero y la textil introdujeron grupos de Investigación Operativa. Otro aspecto importante en este contexto es que el desarrollo de la Organización Industrial tradicional en Gran Bretaña había sido más limitado, y con la excepción del Estudio del Trabajo, era todavía una novedad en los círculos industriales. Por ello, todavía ciertos campos como la gestión de inventarios se identifican con la Organización de la Producción en Estados Unidos y con la Investigación Operativa en Inglaterra. Así, toda una serie de metodologías de carácter cuantitativo se difundieron en la industria de este último país bajo la denominación y con el prestigio de la Investigación Operativa.

Simultáneamente, el desarrollo de los ordenadores y su implantación en la industria, posibilitaron el tratamiento y estudio de problemas de gran complejidad, por lo cual a mediados de la década de los cincuenta, la Investigación Operativa se encontraba ya afianzada en el mundo industrial. Los primeros cursos sobre Investigación Operativa se impartieron en el M.I.T. de Boston en 1948, y un año después hubo un ciclo de conferencias en el University College de Londres. Poco después, ofrecían programas específicos completos las Universidades Case Western Reserve, Johns Hopkins y North-Werstern en U.S.A.; y en el Imperial College y la London School of Economics en Inglaterra.

El grupo de científicos ingleses que procedían de los establecimientos militares formaron en 1948 el Operational Research Club, que daría lugar, en 1954, a la Operational Research Society. Unos años antes, en 1950, se había fundado la Operations Research Society of America. Ambas iniciaron inmediatamente la publicación de revistas científicas monográficas para la presentación pública de los resultados de las investigaciones en curso y la difusión de la disciplina. Los primeros alumnos del programa de graduados que obtuvieron el título de Doctores en Investigación Operativa se graduaron en el Case Institute of Technology en 1957, siendo responsables del programa los profesores Russell Ackoff y West Churchman.

Con la Investigación Operativa ya firmemente establecida, su rápida evolución arrastró consigo la de la Organización de la Producción, de forma tal que existe una correlación profunda y completa entre ambas materias. Para destacar el solape se introduce ahora la reciente evolución de los Métodos Cuantitativos hasta la situación en que se encuentran en la actualidad.

Toda disciplina científica emerge de la convergencia de un creciente interés en alguna clase de problemas y del desarrollo de métodos, técnicas e instrumentos científicos adecuados para resolver esos problemas. La I.O. utiliza resultados de muchas áreas científicas, aunque su base fundamental se encuentra en la matemática, la economía y el cálculo de probabilidades y estadística. Desde un punto de vista matemático se podrían establecer los orígenes en diferentes trabajos sobre modelos lineales debidos a Jordan, Minkowsky y Farkas a finales del siglo XIX. En relación con la estadística, sus orígenes se encuentran en los trabajos de Erlang sobre fenómenos de espera en los años veinte del presente siglo. En economía se deben a Quesnay (XVIII) y Walras (XIX), que plantearon los primeros modelos de programación matemática, que fueron posteriormente perfeccionados por autores como Von Neumann , Kantorovich y Dantzig

Como puede observarse en los primeros estudios que se etiquetaron como de Investigación Operativa, el aspecto técnico más característico consistió en la estructuración estadística de los datos y en el empleo de modelos descriptivos de tipo probabilístico. Sin embargo, el prestigio y difusión de la Investigación Operativa está cimentado en la Programación Lineal, aunque ello corresponda a una simplificación de la realidad.

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